El sector advierte de la falta de especialistas y la sobrecarga asistencial que soportan los profesionales
La falta de anestesiòlegs ha obligado a suspender intervenciones quirúrgicas al hospital de Mataró. Según informa EL PAÍS, este centro, de referencia para 268.000 vecinos de la comarca del Maresme, ha cerrado la semana pasada seis quirófanos y, en siete otros, ha limitado la actividad a intervenciones donde solo se requiera anestesia local (dónde es prescindible la presencia de un anestesista).
El centro también reconvirtió, el pasado martes, un quirófano de cirugía pediátrica en cirugía menor. Una portavoz del hospital ha confirmado el cierre de varios quirófanos a causa de la falta de profesionales del servicio de anestesia. “No es un tema de recursos. Hay falta de profesionales y dificultad para cubrir las últimas plazas convocadas”, explica.
Los problemas por la falta de anestesistas venden de lejos. Y no solo en el hospital de Mataró. En el Parque Taulí de Sabadell tuvieron que recurrir a anestesistas privados en el verano del 2017 para hacer frente al incremento de actividad quirúrgica que había supuesto la puesta en marcha de un plan de choque para reducir las listas de espera. Fuentes consultadas aseguran que hace un mes, este mismo centro también tuvo que anular operaciones por falta de anestesiòlegs, aunque un portavoz del Taulí lo negó.
“Falta formación de anestesistas, más plazas de residentes. Y también aumentan los lugares donde se requiere la presencia del anestesista, como para gastroscopias, en radiología intervencionista. Esto genera una sobrecarga asistencial”, resume Nuria Estanyol, anestesiòloga y delegada de Médicos de Cataluña. Coincide la Sociedad Catalana de Anestesiología de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña: “Falta personal porque no se encuentra o porque no se paga. Podríamos llevar a gente otras partes de Europa pero en España los sueldos son muy bajas“, explica Xavier Sala, vicepresidente de la sociedad científica.
En el hospital Josep Trueta de Girona, también se generó una disputa cuando el centro pactó operar cataratas —una intervención leve porque se anestesia con unas gotas al ojo— sin un especialista, solo con una enfermera con formación de anestesia. El Trueta insistió entonces que eran casos de “bajo riesgo” y, si había alguna complicación, disponían de anestesistas al área quirúrgica para asistir el oftalmólogo. Sin embargo, los profesionales se siguen sintiendo incómodos. “Se hacen menos intervenciones que cuando había anestesista. El cirujano trabaja de manera menos confortable. Ya estás bastando ocupado con la intervención para vigilar la tensión y mirar en el monitor que todo esté bueno”, señala Flor Escalada, oftalmóloga y delegada de CCOO en el Trueta.
El sector asegura que una plaza en un hospital de referencia o más dinero para hacer horas extra no son elementos atractivos para atraer anestesiòlegs. “La estabilización está asentada y el dinero no motivan porqué la gente está cansada. Y además, hemos detectado que la sobrecarga en los hospitales de referencia es muy alta y los especialistas prefieren ir a otros centros“; diagnostica Estanyol.